martes, octubre 2

¿Quién teme a Lula y a Hugo Chávez?

Emir Sader
Carta Maior

Pánico en los campamentos de la derecha, la morena y la globalizada: Lula y Hugo Chávez se entienden. Después de alentar tanto las desavenencias, saludarlas, aumentarlas, extrapolarlas, vuelve la alarma. “Recaída populista, chavista, de Lula”. “El Brasil se rinde a la petrodiplomacia venezolana”. “Estamos tocando al tigre con vara corta”, entendiendo por tigre al águila del imperio norteamericano.

Un coro que va de la derecha a sectores de la ultra izquierda alienta los conflictos entre Brasil y Venezuela. Los dos representarían estrategias contradictorias, incompatibles. Cuanto mayores sean los conflictos, tanto mejor. Se frenaría el liderazgo de Hugo Chávez en el continente, para unos; se revelaría el carácter derechista del gobierno de Lula, para los otros.

En la reunión de Manaos, se retomaron los acuerdos pendientes, que se refieren a la refinería Abreu Lima, en Pernambuco, y a la exploración del campo de Carabobo, en la región venezolana del Orinoco, por la Petrobrás y la PDVSA , con el 60 y el 40 por ciento de los capitales de una y otra, en cada uno de los emprendimientos. Asumieron también compromisos para acelerar la construcción del gasoducto continental, ya iniciado en su primera parte, que llegará a Belém y Recife, así como en relación al ingreso de Venezuela al Mercosur, desmintiendo que hubiese resistencias mutuas insuperables.

¿Quién gana y quién pierde con el entendimiento entre el Brasil y Venezuela? Como afirma siempre Hugo Chávez, el interés primordial en dividir el bloque sudamericano es de los Estados Unidos, de su política imperial de tratados de libre comercio (TLC), de militarización de los conflictos, de dividir para mantener su dominación. Pierden los Estados Unidos.

Pierden los sectores empresariales intrínsecamente vinculados al libre comercio, a la exportación para los mercados centrales, los que se oponen a la prioridad de la integración regional, los que temen la unidad del continente, los que se subordinan a la política imperial de Estados Unidos. Pierde la derecha, interesada en liquidar el Mercosur y otros espacios de integración que privilegian un Sur relativamente autónomo frente a Estados Unidos.

Pierden quienes que querrían agudizar las diferencias entre Hugo Chávez y Lula, que llevarían a la división del bloque sudamericano y al fortalecimiento de la ofensiva a favor de los TLC por parte de Estados Unidos. Con ellas, ganaría la política norteamericana, ganarían las elites empresariales del continente que se incomodan porque los espacios de integración regional afectan a sus intereses.

Quedan temas pendientes entre los gobiernos de Brasil y de Venezuela. Permanecen las políticas económicas diferentes: de ruptura con el modelo neoliberal, por parte de Venezuela, y de sostén del mismo, aunque con adecuaciones, por parte de Brasil. Los dos participan del MERCOSUR; Venezuela participa además en una forma superior de integración: el ALBA.

No obstante, los dos comparten –lo mismo que Uruguay, Argentina, Bolivia, Ecuador, Cuba, Nicaragua y Paraguay— la intención de privilegiar la integración regional en detrimento de los TLC con los Estados Unidos. Más aún; los acuerdos reafirmados en la última reunión entre Lula y Chávez extienden la integración regional al campo energético. Acuerdo y buen entendimiento, pues, entre los gobiernos de Venezuela y Brasil, que debe ser saludado por todos los que comprenden que la integración regional es un espacio de autonomía frente a la hegemonía de Estados Unidos y a los proyectos de libre comercio, apuntando a la construcción de un mundo multipolar, integrado y solidario.

Emir Sader es miembro del Consejo de Redacción de SINPERMISO

Traducción para www.sinpermiso.info: Carlos Abel Suárez

¡2 DE OCTUBRE NO SE OLVIDA! ES DE LUCHA COMBATIVA















Life en español

La periodista italiana Oriana Fallaci se encontraba en la Plaza de las Tres Culturas la tarde del 2 de octubre. La revista Life en español publicó unas semanas después la nota “Terror en una Noche Triste”, acompañada de una secuencia de fotos en las que se observa a Fallaci y otras dos personas junto a los ascensores de uno de los edificios. En el texto de Life... que acompaña las fotos, las cuales no tienen crédito del fotógrafo, se lee: “En la primera (imagen), ha caído muerto uno de ellos. En la segunda, Oriana se siente herida. En la tercera, su compañero muere de un balazo, y en la cuarta ella se desploma”.

Había recibido tres heridas de bala.

Y el texto prosigue: “El número de muertos y heridos variaba según las fuentes, pero incluso las oficiales admitieron que pasaban de 25 los muertos (otros dijeron que eran más de 40), y había 200 heridos (500, según otros)”.

Por cierto, poco antes de que la periodista italiana muriera, The New Yorker (5 de junio de 2006) publicó un artículo sobre Fallaci: “Las pasadas manifestaciones de inmigrantes en Estados Unidos estos meses anteriores ‘me causan disgusto’. ‘No amo a los mexicanos’, dijo, invocando el maltrato que recibió de manos de la policía mexicana en 1968. ‘Si me apuntaras con una pistola y dijeras, escoge quiénes son peores, si los musulmanes o los mexicanos, dudaría un momento. Luego escogería a los musulmanes, porque me han roto los cojones’”.

Casi 40 años y no se olvida

Paco Ignacio Taibo II

A lo largo de las semanas recientes he vuelto a contar mi versión del movimiento de 1968. Fuerzo la memoria, rasco en los recuerdos, intento interpretaciones, definiciones. He hablado en un mercado, en un tianguis de libros en la plaza mayor de Tlalpan, en una escuela. El espacio previsto está desbordado, hay gente sentada en el suelo, parados en las últimas filas. Los ojitos le brillan al personal; y no por mis dotes de narrador oral, sino porque estoy convocando a un fantasma.

No deja de sorprenderme el interés, la persistencia de la memoria, el atractivo del pasado reciente.

Entre los asistentes hay algunos veteranos. Veo a lo lejos al Che, que ahora vende juguetes educativos, y que protagonizó durante los primeros días del movimiento una batalla brillante para quitar de las manos de la gandalla la dirección del movimiento en la escuela de derecho de la UNAM, y que pasó por la cárcel; hay una ex estudiante de Prepa Uno que devino maestra de primaria; hablo con una pareja de doctores que estudiaban Medicina en la UNAM; reconozco a uno de los dirigentes del movimiento en Voca 7 y me da gran placer verlo sonriente.

¿Cuántos años debes tener para ser veterano del 68? No menos de 55, y eso si eres un veterano junior y tenías 14 o 15 cuando se produjo el movimiento, como Luis Gómez, que estudiaba en una prevocacional, el miembro más joven del CNH. Pasas de los 60 si tenías más de 25. Habrá de aceptar que somos una generación desgastada por el paso del tiempo. Pero he visto a centenares de los veteranos en la reciente gran batalla del DF, los campamentos contra el fraude de agosto-septiembre del año pasado. Ruquitos pero rijosos.

Han pasado 39 años y como si lo trajéramos grabado en el ADN, no se olvida. Y este “No se olvida” se socializa. “No se olvida” es patrimonio nacional. No lo olvida el medio millón de estudiantes que lo vivieron ni lo olvida la nieta, que llegó a la vida 23 años después; ni Josué, que llegó al DF cuando el movimiento estudiantil se había extinguido; ni los estudiantes de CCH a quienes se lo han contado tan mal que piensan que Cueto y Mendiolea son nombres de calles que hacen esquina. Y generosamente no lo olvidan los supervivientes del movimiento ferrocarrilero del 58-59, que tendrían muchos motivos para que lo que no se olvidara fuera su gloriosa batalla, o los jaramillistas, o los electricistas del SUTERM, o los maestros de Oaxaca.

Nacidos para perder, pero no para negociar

El 68 no se olvida, es patrimonio de los mexicanos que han hecho de la memoria, falsa o cierta, memoria prestada u original, un recurso de orgullo para sostener la resistencia. Resumo para mí mismo: no se olvida, porque no nos da la gana. Y porque no queremos olvidarlo.

En otros países celebran las victorias, en México se celebra la honrosa derrota. En el país de la transa, el negociado tortuoso, la venta al por mayor de las nalgas y el alma, la traición como una de las bellas artes, el abandono de los principios por desidia, agotamiento o deudas múltiples de la renta, se festina la irredenta terquedad del golpeado que vuelve, una y otra vez, de la lona para ganar la gloria brevemente ante el marrano Estado que juega sucio.

Alguna vez propuse que nuestra coraza emblemática debería ser una camiseta que en la parte delantera llevaba la frase: “Nacidos para perder”, pero que en la espalda, con letras grandes, dijera: “Pero no para negociar”. La frase tuvo éxito, pero se la propuse a mis amigos, que no tienen idea de cómo grabar una camiseta.

Pero metámonos en el interior de la historia. ¿Qué es de los 123 días de huelga general estudiantil contra el gobierno de Díaz Ordaz lo que no se puede olvidar, lo que no queremos olvidar o lo que amablemente hemos olvidado?

No se olvida el 2 de octubre, la matanza, la conspiración, la sucia y asesina maniobra del gobierno para acabar con el movimiento. Y no se olvida por canallesca, porque ni siquiera la mancuerna Díaz Ordaz-Echeverría fue capaz de ir de frente a reprimir, tuvieron que construir una conspiración, crearon el Batallón Olimpia y sus francotiradores, les dieron órdenes de disparar contra una multitud desarmada en la que abundaban los adolescentes y los vecinos de Taltelolco, incluso dispararon contra el Ejército cuando tomaba la plaza para crear la cobertura (entre el saldo militar de Tlatelolco hay dos cadáveres, varios soldados heridos y un general balaceado en una nalga).

Las brigadas

Pero condenar al movimiento estudiantil y la huelga general a ser recordado por el 2 de octubre es de un reduccionismo patético. En la memoria colectiva está el 2 de octubre, pero también está el ataque al Casco de Santo Tomás por un batallón de la policía armado con rifles, la toma por el Ejército de la Ciudad Universitaria, los tanques confrontados por jóvenes que cantaban el Himno Nacional. Y también están las escuelas tomadas, los debates, las lecturas colectivas y, sobre todo, está el brigadismo, las grandes manifestaciones, las memorias de la solidaridad popular.

¿De dónde sacó su sabiduría organizativa el movimiento? Curiosamente de la necesidad de impedir que se creara una dirección reducida y que ésta se vendiera y negociara con el Estado en lo oscurito. De la experiencia del 66. El movimiento desde sus orígenes puso el poder en manos de la asamblea de la escuela y ésta nombraba a tres delegados al Consejo Nacional de Huelga, el CNH. Los delegados no eran permanentes, la asamblea podía removerlos cuando no estuvieran de acuerdo con las posiciones de la mayoría. La dirección del movimiento quedaba así depositada en una gran asamblea que no podía ser destruida por cooptación o represión, porque renovaba sus miembros al instante. Sabiamente el CNH cambió a lo largo del movimiento a sus oradores y a sus portavoces. Entre asamblea y asamblea en las escuelas existía un comité de huelga, de composición bastante flexible, que solía rondar por la docena de miembros. Por la base, el movimiento estaba organizado por brigadas y por comisiones que desaparecían cuando se acababa su misión. Las brigadas eran grupos de afinidad, generalmente pequeños, siete u ocho compañeros; a veces enormes, 20 o 30, que actuaban a su antojo, sobre todo en labores de propaganda. Miles de brigadas salían a la calle todos los días. Fue quizá el único momento en que la propaganda directa fue capaz de derrotar el inmenso poder del monopolio mediático que el poder construyó y puso frente a nosotros como si fuera un muro berlinense.

Lamentablemente la asamblea no incluyó a profesores ni a trabajadores que tuvieron que darse sus propias formas de organización dentro del movimiento, cierto es que los profes que se incorporaron lo hicieron lentamente y bajo tremendas presiones.

A los mitos no se les avienta tierrita. Somos muy generosos cuando giramos hacia nuestro pasado, se nos olvida el sectarismo que habíamos heredado de la vieja izquierda, las batallas absurdas entre el ala derecha y el ala izquierda del movimiento, que vistas al paso del tiempo no dejaban de tener razón y razones ambas. Se nos olvida la pobreza de nuestro lenguaje político; como en nuestras esquizofrénicas mentes que no se permitía que la parte del cerebro que contenía a Cortázar, la prosa del Che en los Pasajes... o los poemas de Benedetti, llegara a la otra parte del cerebro donde insultábamos a Díaz Ordaz y sus sabuesos. Se olvida el farragoso tedio de la asamblea, la duración interminable, las mociones continuas, el diálogo tartamudo. Pero la democracia es cabrona cuando los que no hablaban hablan. Decíamos de un camarada que era poema de Miguel Hernández, por lo de “el rollo que no cesa”, en alusión al Rayo de Miguel, y no era el único.

Afortunamente nos acordamos de los locatarios de los mercados que nos regalaban sacos de papas, de los aplausos en las puertas de las fábricas, de la solidaridad maravillosa y de alto riesgo de los maestros de primaria, de la entrega, la generosidad, el buen humor para enfrentar al totalitarismo priísta.

El 68 es el punto de partida, de ahí venimos. Una generación asume la voluntad de cambiar este país, la mexicanización de los hijos de la clase media expresada en la recuperación del Himno Nacional, y lo hace con la movilización social, la experiencia autogestiva, el descubrimiento de la ciudad y sus inmensos límites y fronteras, con la revolución cultural y, sobre todo, con un pacto a futuro.

De ahí millares de nosotros nos desparramamos por la sociedad construyendo y colaborando a construir movimientos democráticos sindicales, agrarios, universitarios, populares, culturales, profesionales.

¿Cómo se va a olvidar?

Al final de una de las conferencias una mujer me pregunta: “¿Y el miedo? ¿No tenían miedo?”

Mucho, le digo. Igual que ahora. Pero los miles que estaban al lado te querían tanto que te protegían y te quitaban las ganas de salir corriendo.

POSDATA: Mi hija también me pregunta que quiénes eran Mendiolea y Cueto y que por qué no hacían esquina. Tengo que ponerme pedagógico y contarle que básicamente no hacían esquina porque no eran calles, sino los jefes de la policía de la ciudad de México, cuya renuncia pedía el programa de los seis puntos, bandera del movimiento estudiantil. Y espero sinceramente que los panistas nunca ganen las elecciones en la ciudad de México, no vaya a ser que un día Mendiolea y Cueto sí hagan esquina.

ACUSAN QUE JUAN CARLOS MEZHUA CAMPOS PACTÓ CON EL PRI PARA VENDER AL PRD

POR HUGO MORALES ALEJO / CÓRDOBA, VER.- El ex representante del PRD en el distrito de Zongolica, Benito López Infante, señaló al Secretario de Asuntos Indígenas del Comité ejecutivo Nacional Juan Carlos Mezhua Campos, de haber pactado con el gobierno del estado un voto diferido, para que la gente de la sierra votara por el PRD a nivel municipal, pero por el PRI a nivel distrital, beneficiando a la candida del PRI, María Bernardina Tequiliquihua Ajacte, que fue la que ganó en la zona.
El entrevistado dijo que descubrieron a Mezhua pactando en diferentes distritos con el PRI, inclusive por esa vía le ofrecieron $100 mil por apoyar al PRI con el padrón de perredistas, mismos que rechazó. Abundando que “Juan Carlos ha sido gente que se ha dedicado a vender candidaturas, a vender voluntades, ganamos en el distrito de Zongolica 4 municipios, Tequila, Atlahuilco, Mendoza y Maltrata, perdimos donde éramos gobierno, Tehuipango y Tlaquilpa y tuvimos oportunidades de ganar en Zongolica con Irma Mezhua Campos, pero ahí mismo el hermano vendió la diferencia del voto ala candidatura local, de esa forma se explica que tuvimos 3,800 votos nulos, donde la gente había a votado por el PRI y el PRD al mismo tiempo en la boleta, porque le había dicho a l agente que votaran por el amarillo a la presidencia municipal y por el rojo a la diputación, porque allá mucha gente no sabe leer o escribir y vota por colores y por ello no supieron cómo hacerle y marcaron en la misma boleta despartidos, el PRI y el PRd, en Zongolica tuvimos casi 25, 300 votos, fuimos el distrito que más votos dio a la elección, seguido del distrito de Poza Rica, con 19 mil”.
No obstante, dijo que Juan Carlos Mezhua pretende ser dirigente del PRD estatal apoyado ahora por el gobierno del estado, con sl mismo estigma de partido comprometido que tiene hoy Rogelio Franco Castán, quien recibió el PRD con mas del 20 por ciento de preferencia electoral y lo deja ahora con el 10 por ciento, para beneplácito del PRI y del PAN.

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