jueves, octubre 25

Infiltran Funcionarios de Apiguay al PRD

El Sub-gerente de APIGUAY y un Jefe de Departamento fungieron como representantes generales en la estrucutura electoral del PRD en la elección de 2006, nombrados por Heriberto Aguilar.

Guaymas, Sonora, (EXP) 24 Octubre, 2007

Tal y como lo hemos comprobado fehacientemente, Heriberto Aguilar Castillo, coordinador de estructura electoral del PRD en la pasada campaña presidencial traicionó a Andrés Manuel López Obrador, al ser cooptado por el gobierno federal foxista, de quien cobró mas de 2 millones de pesos en plena campaña, en evidente conflicto de intereses.

No conforme con recibir esos recursos del gobierno federal, Aguilar Castillo incluyó en la estructura electoral a su cargo, como representantes generales del PRD a FUNCIONARIOS FEDERALES de nivel medio y nivel superior, infiltrandolos en la vigilancia de casillas a su cargo.

El representante general tienen a su cargo 10 mesas de votación y es pieza clave del cuidado de casillas.

En respuesta a la solicitud Folio UE/07/00764 del 4 de octubre de 2007, realizada por Expresión Guaymas al Instituto Federal Electoral (IFE), con base en la Ley Federal de Acceso a la Información, quedó establecido que Daniel Onésimo Arriaga García, con clave de elector ARGRDN50100215H400 y domicilio en Cerrada Las Cabrillas Lote 5 Manz 2 Col. Miramar de Guaymas Sonora, fue Representante General Electoral del PRD.

Se trata del Jefe de Mantenimiento y Seguridad de la Administración Portuaria Integral de Guaymas (Apiguay) quien percibe un sueldo neto mensual de $17,834.08

Asimismo, fungió como representante general del PRD Douglas Alejandro Taylor Dueñas, clave de elector TYDSDG73052626H600 y domicilio en el Fracc. Las Playitas S/N de Guaymas, Son.

Douglas Taylor es Sub-gerente de Administración de la Apiguay y percibe un sueldo mensual neto de $26,409.83.

Estos datos pueden ser verificados en esta liga: http://www.puertodeguaymas.com/transparencia/personal.pdf

Los funcionarios de la APIGUAY fueron representantes en la región de Yécora, Sonora, donde Andrés Manuel López Obrador fue superado por Felipe Calderón en una proporción de 8 a 1 en promedio.

Hay casos increíbles, como los de la casilla 1319 o el de la casilla 1317 donde el PAN supera al PRD hasta en un 700% pero esta votación es totalmente incongruente con los resultados de la elección a diputado federal, donde la votación mayoritaria es para el PRI.

Tal parece que los representantes de los partidos llegaron a un acuerdo inconfesable.

Esta información se suma a la presentada por Expresión Guaymas en días anteriores, comprobando la utilización de la estructura de la APIGUAY, por parte del gobierno federal para infiltrar la red electoral de Andrés Manuel López Obrador.

redciudadanahermosillo@gmail.com
ESTIMADO GERARDO FERNANDEZ NOROÑA RESPECTO A TUS DECLARACIONES SOBRE ALGUNOS PERREDISTAS ENTREGUISTAS CON LA DERECHA, TIENES TODO NUESTRO APOYO, YA BASTA A LA BUROCRACIA Y SIMULACION AL INTERIOR DEL PRD.

ATTE.

LIC. JUAN CARLOS FERNANDEZ ZULUETA
CONSEJERO ESTATAL DEL PRD
El hambre en Occidente

Santiago Alba Rico
Público

El pasado mes de julio se celebró en Coney Island el campeonato del mundo de devoradores de hot-dogs. El joven estadounidense Joey Chestnut batió en la final al japonés Takeru Kobayashi y superó todas las anteriores marcas mundiales al engullir 66 perritos calientes en 12 minutos ante el delirio de los más de 50.000 espectadores que presenciaron en directo la hazaña. Como premio, el campeón recibió un bono de 250 dólares en compras de un centro comercial y un año entero de hot-dogs gratis en la cadena Nathan's.

En este instante, mientras redacto estas líneas, se celebra el campeonato mundial de perdedores de peso. Cada segundo cinco personas disputan la final -un haitiano, un somalí, un ruandés, un congoleño, un afgano- y los cinco obtienen la victoria. El premio es la muerte. El apetito de Joey Chestnut no es nada comparado con el que ha devorado -digamos- a René, Sohad, Randia, Sevére y Samia: cada 12 minutos la pobreza mata de hambre a 3.600 hombres, mujeres y niños en todo el mundo. O lo que es lo mismo: cada 5 hot-dogs en Honey Island 300 seres humanos mueren de inanición en Africa.

En 1876, el virrey de la India, lord Lytton, organizó en Delhi el banquete más caro y suntuoso de la historia para festejar el entronizamiento de la reina Victoria como Emperatriz colonial. Durante una semana 68.000 invitados no dejaron de comer y de beber; durante esa semana, según cálculos de un periodista de la época, murieron de hambre 100.000 súbditos indios en el marco de una hambruna sin precedentes que se cobró al menos 30 millones de vidas y que fue inducida y agravada por el “libre comercio” impuesto desde Inglaterra. Mientras los colonialistas ingleses comían perdices y corderos, los supervivientes indios se comían a sus propios hijos. El hambre, lo sabemos, disuelve todos los lazos sociales e impone el canibalismo. Hace falta tener mucha hambre para comerse con lágrimas en los ojos el cadáver de un vecino, pero hace falta tener muchísima más hambre para devorar alborozadamente 66 perritos calientes en 12 minutos. Confesaré que cada vez que pienso en hambrunas no me viene a la cabeza el vientre abultado de René ni la teta escurrida de Samia sino la voracidad aplaudida de Joey Chestnut, como símbolo publicitario de una economía que no puede permitirse siquiera calmar el apetito de los saciados. Chestnut no es un caníbal, no, pero en cierto sentido se alimenta del adelgazamiento de los etíopes, los tailandeses y los egipcios: la tercera parte de la cosecha mundial de cereales sirve para engordar los animales que nos comemos los occidentales (1 kilo de carne por persona y día los estadounidenses, más de ½ kilo los europeos) y bastaría reducir un 10% la producción de pienso para dar de comer a la tercera parte de los 850 millones de personas que, según la FAO, pasan hambre en el mundo. Exagerar es medir lo inconmensurable, hacer aprehensible lo irrepresentable. Exageremos: Chestnut es un canibal. Delante de las 50.000 personas que lo aplaudían, se comió a René, Sohad, Randia, Sevére y Samia y a otros 3.595 hombres, mujeres y niños. Ni siquiera Bokassa demostró jamás tanto apetito.

A Chestnut se le puede pedir que coma menos e incluso que se enfrente a su gobierno, pero en realidad es sólo otra víctima del hambre. Está el hambre de los que no tienen nada y el hambre de los que nunca tienen suficiente; el hambre de los que quieren algo y el hambre de los que quieren siempre más: más carne, más petróleo, más automóviles, más teléfonos móviles, más imágenes, más juguetes y -también- una moralidad superior. La relación entre ambas insatisfacciones es un sistema global. Queríamos un hombre libre y tenemos un hambre libre. Confieso que cada vez que pienso en el hambre no me viene a la cabeza el esqueleto de Sohad ni los inmensos ojos febriles de Sevére sino el ejército de los EEUU en Iraq y la alegría depredadora del Carrefour. Exagerar es empequeñecer lo ilimitado, reducir lo descomunal a escala humana. Exageremos: el canibalismo es, no ya obligatorio, sino elegante. Unos pocos millones de mentes privilegiadas (desde gobiernos y multinacionales) dedican todo su esfuerzo a encontrar la manera de que a todo el mundo, en todas partes, le falte algo; de que los niños de Haití y Sierra Leona pasen hambre y se desesperen por ello y de que los consumidores occidentales, después de devorar bosques, ríos, minerales y animales (con sus imágenes), se queden con hambre y se alegren de ello. El capitalismo quita a los países pobres sus recursos y al mismo tiempo las fuerzas para resistir; el capitalismo nos da mercancías a los occidentales y al mismo tiempo el hambre necesario para engullirlas sin parar; y el hambre se convierte así, de un lado y de otro, en la desgracia objetiva de Africa, Asia y Latinoamérica y en la felicidad subjetiva de una humanidad cultural y materialmente insostenible y condenada a la destrucción.

La hambruna disuelve, sí, todos los lazos sociales e impone el canibalismo. La pobreza relativa aviva el ingenio, inventa soluciones colectivas, improvisa solidaridades y crea redes sociales de resistencia. Pero por debajo de cierto umbral, cuando el hambre amenaza la supervivencia, las tramas se deshacen y sólo quedan impulsos atómicos, solitarios, animales: individuos puros enfrentados entre sí. Sólo en este sentido -biológico y casi zoológico- puede decirse que nuestras sociedades occidentales son “individualistas”. Alguna vez he expresado la regla de la satisfacción antropológica con la siguiente fórmula: “Poco es bastante, mucho es ya insuficiente”. Por debajo de “poco” hay hambre y son imposibles la conciencia, la resistencia y la solidaridad; por encima de “bastante” hay más hambre y son imposibles también la conciencia, la resistencia y la solidaridad. “Demasiado” siempre quiere “más”. Hemos superado ya ese punto a partir del cual lo único que tenemos -ni coches ni carne ni casas ni imágenes- es hambre; y nuestra voracidad, como la de Joey Chestnut, se está comiendo, mientras redacto estas líneas, no sólo a Samia y Sohad y Sevére, tan borrosos y lejanos, sino a los propios hijos.

Vanguardia de la Universidad
Tlatelolco para universitarios

Elena Poniatowska
La Jornada

El año 1968 fue de Vietnam, de Biafra, del asesinato de Martin Luther King, del de Robert Kennedy después del de John F. Kennedy, su hermano y presidente de Estados Unidos; de la reivindicación del pueblo negro, de los Panteras Negras, del movimiento hippie que llegó hasta la humilde choza de María Sabina, en Huautla de Jiménez, Oaxaca, y sin embargo, para México, 1968 tiene un solo nombre: Tlatelolco, 2 de octubre.

Sal al balcón, bocón,

sal al balcón, hocicón.

Ho Ho Ho Chi Minh

Díaz Ordaz, chin, chin, chin.

Ho Chi Minh, el jefe de la República Democrática de Vietnam, era entonces tan carismático para los estudiantes como el Che Guevara. Ir a Vietnam era cometer genocidio y los estudiantes en Berkeley detenían a los futuros soldados sonriéndoles con una flor en la mano: “Peace and love”.

No sólo eran los estadunidenses los rebeldes; los jóvenes del mundo entero alzaban la mano, algunos con el puño cerrado, otros haciendo la V de la victoria. Tenían mucho que reclamarle a la sociedad. En Europa no había trabajo para los egresados de las universidades; en América, en África, en Asia, en Australia, el rechazo al orden establecido se había generalizado.

“La imaginación al poder”, “Entre más hago la revolución, más ganas me dan de hacer el amor; entre más hago el amor, más ganas tengo de hacer la revolución”, “Prohibido prohibir”. Los estudiantes cantaban al son del corrido de Rosita Alvirez: “Año del 68, muy presente tengo yo, en un cuarto de los Pinos, Díaz Ordaz se desbieló, Díaz Ordaz se desbieló”. El gobierno perdía la paciencia: “Reconsideren, vuelvan a clases, agradézcanle al gobierno su paciencia, no se dejen engañar por los agitadores y los profetas de la destrucción”.

En mayo de 1968, en París, el general Charles de Gaulle, el alto héroe de la Segunda Guerra Mundial, fustigó a los estudiantes que levantaron barricadas con las piedras del pavimento, pintaron los muros de la Sorbona y rehusaban entrar a clase. “De Gaulle les dijo que no comprendía que siguieran a un líder judío-alemán, Daniel Cohen-Bendit, apodado Danny el rojo”. Al día siguiente, en una de sus marchas, los estudiantes tomaron la calle repitiendo una y otra vez:

“Todos somos judíos alemanes, todos somos judíos alemanes.”

Si en Francia la falta de oportunidades fue el reclamo, en México creció el rechazo al autoritarismo. Al gobierno del presidente Díaz Ordaz el país se le estaba yendo de las manos y eso en el año de las Olimpiadas. Por primera vez los Juegos Olímpicos se llevarían a cabo en un país de América Latina, el mundo entero tendría los ojos puestos sobre México, pero tras la mampara de los edificios olímpicos seguiría la miseria, la jerarquización de una sociedad hostil a los olvidados de siempre, la crueldad de un gobierno dispuesto a aparentarlo todo.

“No queremos Olimpiadas, queremos revolución. No queremos Olimpiadas, queremos revolución.”

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) protegió a sus estudiantes durante los 146 días del movimiento estudiantil y muchos de ellos hasta durmieron en las aulas con tal de no perder una sola de las asambleas. Ya el 30 de junio de 1968, día en que los soldados derribaron con una bazuka la antigua puerta de San Ildefonso, Javier Barros Sierra izó la bandera a media asta, gesto que le dio todo su valor a la disidencia. “UNAM, territorio libre de América”, decía una voz juvenil amplificada por el micrófono a todas las facultades, y Guillermo Haro, director del Instituto de Astronomía, sonreía. La toma de Ciudad Universitaria en septiembre y la detención de 500 alumnos y maestros conducidos en camiones del Ejército indignó al país. Los estudiantes rodearon a su rector Javier Barros Sierra, quien los defendía confrontando al presidente de la República y al resto del gabinete.

Esta larga marcha (a veces jubilosa, otras aterradora porque había muertos y encarcelados) terminó en la Plaza de las Tres Culturas, el 2 de octubre de 1968, a las seis y diez de la tarde, a manos del Ejército y del Batallón Olimpia, compuesto por hombres vestidos de civil que llevaban un pañuelo o un guante blanco en la mano derecha para identificarse.

En el momento en que un estudiante anunció, a las 6:10, que la marcha al Casco de Santo Tomás del Politécnico se suspendía, en vista de que 5 mil soldados y 300 tanques de asalto tenían rodeada la zona, un helicóptero sobrevoló la plaza y dejó caer tres luces de bengala verde. Se oyeron los primeros disparos y la gente empezó a correr.

–No corran compañeros, no corran, cálmense, son balas de salva.

Muchos cayeron. El fuego cerrado y el tableteo de las ametralladoras convirtieron la Plaza de las Tres Culturas en un infierno. Según la corresponsal del diario Le Monde, Claude Kiejman, el Ejército detuvo a miles de jóvenes a quienes no sólo mantuvo con los brazos en alto bajo la lluvia, sino que humilló bajándoles los pantalones. Algunos golpearon desesperados la puerta de la iglesia de Santiago Tlatelolco:

–Ábrannos, ábrannos –gritaban.

Los franciscanos nunca abrieron.

Ver las imágenes del 68 es darse una idea de la magnitud del peligro. Los soldados le disparaban por detrás a la gente que llegó a los hospitales con heridas en el cuello, la espalda, los glúteos, las piernas. Antonio Carrillo Flores, entonces secretario de Relaciones Exteriores, respondió a la pregunta del regente del 68, Alfonso Coronal del Rosal, acerca del peligro en su oficina de la torre de Relaciones Exteriores, que un hombre quedó muerto sobre su propio escritorio, según relata Raúl Álvarez Garín.

El mismo 2 de octubre, cuando la doctora en antropología Margarita Nolasco logró salir de la plaza, abrió la ventanilla del taxi que la llevaba a su casa y gritó a los peatones en la acera, a la altura de la Casa de los Azulejos:

–¡Están masacrando a los estudiantes en Tlatelolco! ¡El ejército está matando a los muchachos!

El taxista la reprendió:

–Suba usted la ventanilla, señora, porque si sigue haciendo esto, tendré que bajarla del coche.

Él mismo cerró la ventanilla.

La vida seguía como si nada. Margarita Nolasco perdió el control. “Todo era de una normalidad horrible, insultante, no era posible que todo siguiera en calma”. Nadie se daba por enterado. El flujo interminable de los automóviles subiendo por la avenida Juárez seguía su cauce, río de acero inamovible. Nadie venía en su ayuda. La indiferencia era tan alta como la de los rascacielos. Además llovía.

El 3 de octubre de 1968, los periódicos, para colmo, acusaban a los estudiantes: El Día, Excélsior, El Nacional, El Sol de México, El Heraldo, La Prensa, La Afición, Ovaciones minimizaron la masacre. El Universal habló de Tlatelolco como un campo de batalla en el que, durante varias horas, terroristas y soldados sostuvieron un combate que produjo 29 muertos y más de 80 heridos en ambos bandos, así como mil detenidos. Sin embargo, Jorge Avilés, redactor de El Universal, alcanzó a escribir: “Vimos al Ejército en plena acción utilizando toda clase de instrumentos, las ametralladoras pesadas empotradas en una veintena de jeeps, disparaban a todos los sectores controlados por los francotiradores”. Los corresponsales extranjeros se escandalizaron. “Es la primera vez en mi larga trayectoria que veo a soldados disparándole a una multitud encajonada e indefensa”, manifestó Oriana Fallaci.

Dos mil personas fueron arrestadas. Los familiares anduvieron peregrinando de los hospitales a los anfiteatros en busca de sus hijos. En el Campo Militar número uno no cupo un alfiler después de tanto muchacho arrestado. Los periódicos recibieron una orden tajante: “No más información”. Informar era sabotear los Juegos Olímpicos.

El 6 de octubre, en un manifiesto “Al pueblo de México” el Consejo Nacional de Huelga declaró: “El saldo de la masacre de Tlatelolco aún no acaba. Han muerto cerca de 100 personas de las cuales sólo se sabe de las recogidas en el momento: los heridos cuentan por miles”. En Posdata, Octavio Paz recogió el número que el diario inglés The Guardian consideró más probable: 250 muertos.

El periodista José Alvarado escribió: “Había belleza y luz en las almas de los muchachos muertos. Querían hacer de México morada de justicia y verdad, la libertad, el pan y el alfabeto para los oprimidos y olvidados. Un país libre de la miseria y el engaño.

“Y ahora son fisiologías interrumpidas dentro de pieles ultrajadas.

“Algún día habrá una lámpara votiva en memoria de todos ellos.”

A partir de esa fecha, muchos nos dimos cuenta de que habíamos vivido en una especie de miedo latente y cotidiano que intentábamos suprimir, pero había reventado. Sabíamos de la miseria, de la corrupción, de la mentira, de que el honor se compra, pero no sabíamos de las piedras manchadas de sangre de Tlatelolco, de los zapatos perdidos de la gente que escapa, de las puertas de hierro de los elevadores perforadas por ráfagas de ametralladora.

Hoy, en 2007, a 39 años de la masacre, la ventanilla sigue cerrada. Todavía hoy, a 39 años, faltan nombres en la estela del Memorial levantado por el Comité de 1968 que encabeza Raúl Álvarez Garín. Quizá nunca sepamos el número exacto de muertos en Tlatelolco. Sin embargo, resonará en nuestros oídos durante muchos años la pequeña frase explicativa de un soldado al periodista José Antonio del Campo, de El Día:

“Son cuerpos, señor...”

A 39 años, la consigna “Dos de octubre no se olvida” se grita en la marcha en la que participan jóvenes que ni siquiera habían nacido. El Comité del 68 logró llevar al ex presidente Luis Echeverría al banquillo de los acusados y hoy vive preso en su casa. Pero necesitamos que los responsables sean enjuiciados, que la historia de los jóvenes asesinados sea rescatada, necesitamos rendirles homenaje porque a ellos los mataron por creer que podían cambiar al mundo.

La matanza del 2 de octubre es una de las masacres más evidentes de los comienzos del terrorismo de Estado en América Latina. En Argentina los familiares de los desaparecidos persiguen a los culpables, señalan su casa con pintura roja de sangre. En México, no tenemos aún el número exacto de muertos ni hemos enjuiciado a los responsables.

No pretendemos hacer justicia por mano propia, pero señalar a los culpables es la única manera de que la historia no la escriban sólo los poderosos. Es la única forma de hacer más habitable un país, en el que mueren de hambre 5 mil niños al año.

Es de toda justicia que Tlatelolco, ese espacio en el que cayeron universitarios y politécnicos, pertenezca hoy a la UNAM. Es de toda justicia recordar al rector Javier Barros Sierra. Es de toda justicia señalar a los responsables. En esta explanada hubo una matanza; esclarecer los hechos es el mejor homenaje que podemos rendirles a los muertos y desaparecidos. ¡Qué gran vergüenza mirar la plaza día tras día sin saber cuántos ni quiénes eran! La tarea corresponde a todo México, a cada quien desde su lugar. Es nuestro legado a los universitarios para que la atrocidad no quede impune. Si no lo logramos seguirán los criminales corrompiendo a nuestro país.

Si no hay verdad y justicia, el 2 de octubre del 68 puede asolarnos de nuevo. La universidad es la gran educadora, el barómetro moral de nuestro país, y la primera de sus enseñanzas es la ética. A partir de ella puede construirse el México que todos buscamos. Es la UNAM quien convertirá esta plaza en una lámpara votiva, como pidió José Alvarado.

Texto leído por la periodista, escritora y colaboradora de La Jornada ayer, durante la inauguración del Memorial del 68 en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco

Rayuela

Si Estados Unidos es el policía del mundo, ¿qué vendrá a ser México?

¿El madrina?

“Proteger del terrorismo” a EU, otro fin de la Iniciativa Mérida

La secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa Cantellano, reconoció ante senadores que la llamada Iniciativa Mérida no sólo contempla acciones conjuntas contra el narcotráfico, sino tiene el objetivo de proteger a Estados Unidos de posibles ataques terroristas y por ello los recursos que Washington daría a México se destinarán también para la compra de equipo que permita controlar el flujo migratorio en ambas fronteras.

“Aquí se trata de fortalecer nuestra capacidad en México para detectar terroristas” que quieran entrar a territorio nacional “para atacar a nuestros vecinos. Sería irresponsable no tomar esto en cuenta”, dijo la canciller al comparecer ante las comisiones de Relaciones Exteriores del Senado, en un encuentro en que fue interrogada sobre los alcances reales de esa iniciativa.

Aunque la presidenta de la citada comisión legislativa, la senadora priísta y ex canciller Rosario Green Macías, mantuvo una postura consecuente y hasta salió en momentos en defensa de la funcionaria federal, expresó al principio inquietud por el hecho de que el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, incluyó la ayuda a México en el paquete de recursos destinados a la guerra en Irak y Afganistán.

“Nos preocupa porque justamente es en esos territorios donde Estados Unidos ha concentrado su lucha contra el terrorismo”, advirtió.

El más incisivo fue el perredista Ricardo Monreal, quien reclamó de entrada a la titular de Relaciones Exteriores que la iniciativa, que tiene un carácter “claramente injerencista”, la haya dado a conocer el presidente de Estados Unidos y que su contenido real se haya difundido por la prensa estadunidense.

Insistió a la canciller en la petición, formulada poco antes por la también perredista Rosalinda López, de que se entregue al Senado de la República el documento discutido con Washington y se aclare si se trata de un tratado, convenio o acuerdo bilateral. Ello puso en apuros a Espinosa Cantellano, cuyos asesores no dejaban de pasarle tarjetas.

Finalmente, la funcionaria se limitó a definir la Iniciativa Mérida como “un compromiso político” de ambos gobiernos para la lucha contra el narcotráfico, una declaración que no contiene obligaciones regidas por el derecho internacional.

Monreal Ávila insistió y le hizo notar que esa figura jurídica no existe y que el Senado debe conocer el documento, aun si es preliminar. En tono irónico, el perredista zacatecano le dijo: “¡Por amor de Dios, denos el documento, queremos analizarlo!” Más tarde, agregó: “¿Tendremos que pedirlo a Estados Unidos?”

La canciller Espinosa aclaró que “no se trata ni de un tratado que deba ser sometido a aprobación del Senado, ni de un acuerdo interinstitucional, como lo define nuestra ley de celebración de tratados”.

En todo momento, la secretaria de Relaciones Exteriores aseguró que la Iniciativa Mérida no vulnera la soberanía nacional ni implica la presencia (en México) de militares ni asesores de Estados Unidos, pero en su exposición inicial enumeró los usos que se darán al equipo, así como los sectores a los que va dirigida la capacitación.

“¿No es esto injerencia?”

La lista fue larga, desde aviones, helicópteros, radares, escaners para el combate al narcotráfico, pero también equipo y tecnología “para modernizar la gestión migratoria en la frontera sur”, sistemas de vigilancia e inspecciones en los sistemas postales, en los aeropuertos, puertos y demás instalaciones.

Pero no sólo eso, Espinosa Cantellano reveló que la iniciativa incluye programas de capacitación a jueces, así como asistencia técnica, entrenamiento y equipo para el sistema carcelario y promover la reforma del sistema judicial.

“¿No es esto injerencia de Washington?”, preguntó Monreal, y agregó: “En los hechos, esta iniciativa extiende el perímetro de seguridad de Estados Unidos y México está adoptando su agenda como prioridad; estamos asumiendo como propias sus preocupaciones y renunciando a la autonomía de nuestra política exterior”.

El ex gobernador de Zacatecas no dejó de cuestionar: “El dinero de Estados Unidos viene absolutamente etiquetado y anclado a cuatro prioridades del gobierno de Washington: antinarcóticos, antiterrorismo y seguridad fronteriza, reglas de la ley, o sea que van a hacer las leyes por nosotros, y también anticorrupción.

“¿Por qué permitir que en el combate al narcotráfico se involucren también decisiones políticas en materia migratoria y los indocumentados, en las fronteras norte y sur, sean tratados como terroristas?”, preguntó.

El senador priísta Carlos Jiménez Macías se refirió igualmente a ese tema y dijo que los legisladores tienen “suspicacias” sobre la posibilidad de que Estados Unidos pretenda utilizar la iniciativa para protegerse del terrorismo. “La burra no era arisca, pero si los dejamos entrar tantito, se van hasta la cocina”.

Espinosa reconoció que la Iniciativa Mérida va asimismo encaminada a fortalecer la capacidad del gobierno mexicano para detectar terroristas que pretendan “atacar a nuestro vecino”. Argumentó que el hecho de la cercanía geográfica siempre está ahí, “y no sería responsable” el que México no tuviera presente este riesgo, ya que también en un momento dado “pueden resultar afectados nuestros ciudadanos”.

Justificó además el equipo para digitalizar la información migratoria, que eventualmente sería compartida con las agencias estadunidenses. “Con toda honestidad, no tenemos un sistema suficiente para lograr un registro exhaustivo de todas las personas que entran al país”.

Manita panista

Los senadores del Partido Acción Nacional trataron en todo momento de proteger a la canciller y tanto las intervenciones de José González Morfín, como de Adriana González, fueron para justificar a Espinosa. César Leal Angulo fue más allá y atacó directamente a Monreal al que calificó de “mimo de circo”.

El perredista le respondió que la República lo que menos necesita “son bufones y lambiscones”, y aprovechó para insistir en que se entregue al Senado el documento con los compromisos que México asume a cambio de los mil 400 millones de dólares, de los cuales los primeros 500 millones llegarían en 2008.

Rosario Green también trató de suavizar la comparecencia y señaló que seguramente les harán llegar el documento cuando esté aprobado por el Congreso de Estados Unidos. Monreal le hizo notar que esa respuesta la debió haber dado la canciller Espinosa, no una senadora.

Pero la titular de la SRE compró la respuesta y dijo que si el esquema de cooperación se aprueba en Washington e implica la suscripción de algún documento de carácter jurídico, “tengan la seguridad todos ustedes que el Ejecutivo lo traerá a consideración y aprobación del Senado”.

El discurso del jefe de la Casa Blanca, “fruto de la desesperación”, responde Pérez Roque

La Habana, 24 de octubre. La línea anunciada este miércoles por el presidente George W. Bush vaticina “una escalada sin precedente” contra Cuba, pero al mismo tiempo muestra “frustración” por la falta de resultados de su política en la isla, donde la reacción “es de serenidad y de firmeza”, dijo hoy el canciller Felipe Pérez Roque.

El ministro de Relaciones Exteriores salió rápidamente a replicar a Bush, apenas unas dos horas después que el mandatario habló en el Departamento de Estado.

Pérez Roque subrayó claramente la implicación de violencia en el discurso del jefe de la Casa Blanca y sus riesgos, pero al mismo tiempo contrastó la retórica del presidente estadunidense con el hecho de que Bush no ha conseguido en siete años de gobierno destruir el sistema político cubano.

Sin aludir a la enfermedad del presidente Fidel Castro, el canciller también comparó las pretensiones estadunidenses con la situación de orden y tranquilidad en la isla, en el trance del interinato de Raúl Castro.

Al final de un discurso de casi una hora, ante periodistas, funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores y algunos invitados, el canciller volteó el enfoque y expuso en un pliego de 12 puntos lo que Cuba considera “la agenda” con Estados Unidos.

Aunque Pérez Roque dijo que era una plataforma que Bush debía considerar, el perfil del mandatario y el año que le queda en el poder prácticamente descartan un giro tan espectacular. Pero su formulación pública implica un horizonte de entendimiento y el papel queda sobre la mesa del próximo jefe de la Casa Blanca.

En sustancia, los 12 puntos reclaman: respeto a la independencia cubana; cese de las amenazas, del estímulo a una oposición interna, de las emisiones hostiles de radio y televisión y de la propaganda sucia; levantamiento del bloqueo económico; plena libertad de viaje de los estadunidenses y cubanos emigrados a la isla; derogación de la ley que otorga residencia a cualquier cubano que pisa territorio estadunidense y cumplimiento de los actuales acuerdos migratorios; liberación de los cinco agentes cubanos presos en Estados Unidos; extradición a Venezuela o juicio local a Luis Posada Carriles, confeso instigador de atentados contra objetivos cubanos; cese de las presiones contra terceros países para hostilizar a la isla y cierre de la prisión de Guantánamo y devolución a Cuba del territorio que ocupa la base naval.

En la réplica a Bush, Pérez Roque puso los reflectores sobre la porción del mensaje que conlleva la amenaza de fuerza, cuando dice que la palabra clave en el trato con Cuba no es “estabilidad”, sino “libertad”.

“Cuba entiende estas palabras como un acto irresponsable, que da una idea del nivel de frustración, de desesperación y de odio personal”, señaló Pérez Roque. El discurso confirma que la política de Bush “es el cambio de régimen en Cuba, incluso por la fuerza”.

El canciller repasó los escenarios implícitos en la formulación (un “fantasioso levantamiento interno”, un ataque directo), pero desembocó, igual que lo hacen invariablemente otros dirigentes cubanos en esa hipótesis, en que la defensa convertiría una agresión a la isla en un conflicto prolongado.

Desde que tomó el mando directo del país, en julio de 2006, Raúl Castro dispuso un vasto ejercicio militar, con movilización de todos los escalones de fuerzas disponibles, incluyendo civiles encuadrados en milicias y reservas, y que concluirá en noviembre de 2008, precisamente cuando termine el mandato de Bush.

Pérez Roque revisó también el escalamiento del lenguaje del presidente de Estados Unidos hacia Cuba, desde 2004, cuando habló, primero, de “trabajar” para una “transición rápida y pacífica a una democracia”; luego, de “acelerar” ese proceso y así siguió en un endurecimiento que lo llevó este año a proponerse “presionar duro”, hasta llegar a los giros de hoy.

“Si el objetivo de las palabras del presidente de Estados Unidos es intimidar al pueblo, asustar a su dirección, debo decirle desde ahora que es un completo fracaso”, señaló el canciller. “Pero hay, y tomamos nota de ello, una evolución de la agresividad, del tono de su lenguaje hacia Cuba”.

Examinado el factor de la amenaza de violencia, Pérez Roque entró a los contrastes. Primero dijo que “la palabra de orden en Cuba es coraje, serenidad absoluta y confianza en nuestra fuerza y en la solidaridad que el mundo dispensa hoy” a su país.

En las palabras de Bush hay “una clara frustración”, dijo el ministro cubano, porque la isla “ha derrotado todos sus intentos, sus planes, todas sus iniciativas”. Ahí Pérez Roque citó el crecimiento de la economía, el tránsito de la crisis de la década pasada a un periodo de recuperación y las elecciones municipales del domingo anterior, como muestras de que aquí pasan cosas, menos el vuelco que busca la Casa Blanca.

El canciller recordó, además, en la misma línea, la ronda de reuniones abiertas en barrios y centros laborales para que la población opine sobre el discurso de Raúl Castro del 26 de julio y exponga el conjunto de problemas nacionales.

“Entendemos la reacción de hoy como un acto fruto de la desesperación”, estimó Pérez Roque. “El presidente ve que se le acaba el tiempo, que no puede cumplir con su promesa”. El canciller citó como resultado de ese dilema el llamado de Bush a otros gobiernos a que se unan a Estados Unidos en su hostilidad contra Cuba.

Luego el ministró entró a rebatir línea a línea parte de la “descripción mentirosa y ridícula” de Bush sobre Cuba. Rechazó la afirmación del mandatario de que Estados Unidos envió a la isla 270 millones de dólares en ayuda humanitaria el año pasado, cuando en realidad, dijo Pérez Roque, fueron 5 millones de dólares, provenientes de grupos simpatizantes del gobierno cubano, “en abierto desafío a persecuciones y prohibiciones” de la Casa Blanca.

A un llamado de Bush a la deserción de militares y agentes de la seguridad, Pérez Roque lo consideró “intento vano y ridículo”. En este tramo el canciller resumió su valoración del presidente estadunidense así: “Usted delira”.

El repunte de la hostilidad estadunidense no tomó por sorpresa a los cubanos, según las señales públicas. El conflicto había sido analizado en perspectiva por el diplomático, Ramón Sánchez Parodi, quien fue jefe de la Sección de Intereses de su país en Washington, vicanciller a cargo de asuntos hemisféricos y embajador en Brasil.

En un reciente análisis, Sánchez Parodi concluyó que las secciones de intereses (oficinas diplomáticas de rango inferior al de embajada), acordadas en 1977, no cumplieron el objetivo que tenían, de normalizar las relaciones, en lo que se interesaba Jimmy Carter, pero que fue descartado por los siguientes gobiernos: Ronald Reagan, Bill Clinton y los Bush, padre e hijo.

Sánchez Parodi consideró tan “impensable” un avenimiento con el actual mandatario como una agresión militar, aunque “siempre, y aún ahora, los cubanos tenemos que estar preparados, por si acaso”.

De los actuales aspirantes presidenciales, ni siquiera el senador Barack Obama “se aparta de condicionar el futuro de las relaciones a un cambio” en el sistema cubano, señaló Sánchez Parodi.

El diplomático concluyó: “Si no aparece algún cambio en el pensamiento de estos políticos en los próximos 15 meses, poco podemos esperar los cubanos de la visión política de los dirigentes norteamericanos, salvo seguir ocupados en el desarrollo de nuestro socialismo y en el enfrentamiento a la hostilidad” estadunidense.

Bush convoca a la comunidad mundial a apoyar “la transición” en Cuba

Nueva York, 24 de octubre. El presidente George W. Bush atacó este miércoles al gobierno de Cuba y convocó a la “comunidad internacional” a apoyar “el movimiento democrático” de la isla, al proclamar que “los disidentes de hoy serán los líderes de esa nación”, en su primer discurso dedicado exclusivamente a Cuba en cuatro años.

Una vez más el mandatario estadunidense definió la transición de poder de Fidel a Raúl Castro como inaceptable para Washington, y descalificó los cambios que se han anunciado por el gobierno cubano durante el último año.

La situación en Cuba “no mejorará al intercambiar un dictador por otro. No mejorará si buscamos acomodarnos con una nueva tiranía en los intereses de la ‘estabilidad’. América (sic) no tomará parte en dar oxígeno a un régimen criminal victimizando a su propio pueblo. No apoyaremos las formas viejas con nuevas caras….”, afirmó.

A la vez, reafirmó que no habrá ningún cambio en el bloqueo de La Habana impuesto por Washington. “Mientras el régimen mantenga su monopolio sobre la vida política y económica del pueblo cubano, Estados Unidos mantendrá el embargo”, declaró, al reafirmar que la “fuente del sufrimiento de Cuba no es el embargo, sino el sistema comunista”.

Ante diplomáticos invitados al Departamento de Estado (aunque en esta ocasión no fue invitado el embajador de Venezuela y varios estaban incómodos en aceptar presentarse, según fuentes diplomáticas aquí), Bush declaró que “ahora es el momento de apoyar el movimiento democrático creciente en la isla”, y que “ahora es el momento para que el mundo ponga a un lado sus diferencias y se prepare para la transición de los cubanos a un futuro de libertad, progreso y promesa”.

En ese contexto, propuso establecer un “Fondo de la Libertad”, una iniciativa para recaudar miles de millones de dólares de gobiernos y organismos internacionales que serían empleados para apoyar la “reconstrucción” de la economía cubana y su transición hacia la “democracia”. Los fondos serían accesibles a los cubanos sólo después que el gobierno cubano compruebe que ha establecido las “libertades fundamentales” sociales, económicas y políticas. Nombró a la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y al secretario de Comercio, el cubanoestadunidense Carlos Gutiérrez, para encabezar el esfuerzo a fin de establecer el fondo.

A la vez, convocó a los gobiernos a apoyar a la disidencia interna en Cuba, y les propuso que abran sus embajadas en La Habana a “líderes pro democracia e invitarlos a diferentes actos”, usar sus sedes para ofrecer a los cubanos acceso al Internet y a libros y revistas, y “pueden alentar a sus ONG a relacionarse directamente con la sociedad civil independiente de Cuba”.

Elogió a la República Checa, Hungría y Polonia como “fuentes vitales de apoyo y aliento a la valiente oposición democrática de Cuba. Le pido a otros países hacer lo mismo”.

Ante el público invitado, en el que también estaban disidentes cubanos, y entre quienes se reconoció la presencia de familiares de cutaro cubanos encarcelados por delitos políticos, Bush reiteró su llamado a apoyar la oposición interna en Cuba.

En un mensaje supuestamente dirigido al pueblo cubano, Bush declaró que “ustedes tienen el poder de forjar su propio destino. Ustedes pueden lograr un futuro en que los líderes responden a ustedes”. Además se atrevió a invitar a las fuerzas armadas de la isla a ese “futuro”, y afirmó que “ustedes tal vez habían creído en la revolución. Ahora pueden ver su fracaso”.

Después de un largo repaso por la ausencia de libertades y violaciones a los derechos humanos, Bush acusó: “el paraíso socialista es un gulag tropical”, y aseguró que seguramente hay “más horrores” que sólo serán descubiertos después del fin del régimen actual, y que éstos “avergonzarán a los defensores del régimen y todas aquellas democracias que han guardado silencio”.

El secretario de Comercio Gutiérrez comentó poco después a periodistas que el discurso “fue un mensaje claro a la comunidad internacional y al pueblo de Cuba de que deseamos ayudarlos en su momento de transición”, y sostuvo que “planeamos formar parte” de la reconstrucción del país.

El subsecretario asistente de Estado para el Hemisferio Occidental, Thomas Shannon, en la misma conferencia de prensa después del discurso, calificó el mensaje del presidente como uno sobre “empoderar al pueblo cubano para controlar su propio destino, porque se reconoce que el cambio en Cuba será dirigido por cubanos y que lo que la comunidad internacional puede hacer es crear un clima que ayude al pueblo cubano a llevar a cabo ese cambio”.

El presidente Bush ofreció nuevas medidas para “ayudar de manera directa” al pueblo cubano bajo la condición de que el régimen “se salga del camino”. Mencionó dos: otorgar licencias a ONG y grupos religiosos para enviar computadoras y acceso al Internet para el pueblo cubano; y segundo, extender invitaciones a jóvenes cubanos aun programa de becas educativas internacionales.

Varios analistas y comentaristas se preguntaban el porqué realizar el discurso ahora. Algunos comentaron que obviamente hay un elemento de política electoral, mientras otros ponderaban si esto sólo fue una advertencia a otros países que están explorando mayores relaciones con el gobierno encabezado por Raúl Castro.

A la vez, voces conservadoras insisten sobre la “amenaza” a la seguridad nacional que representa Cuba. El centro de investigaciones conservador Heritage Foundation ha programado un foro este jueves con funcionarios y oficiales de inteligencia estadunidense que abordarán cómo “Cuba está agresivamente promoviendo el anti-americanismo a través de América Latina” mientras que “los servicios de inteligencia cubanos han intensificado su enfoque sobre Estados Unidos, poniendo en riesgo operaciones militares estadunidenses”. Estas preocupaciones sobre “la amenaza de Cuba a la seguridad nacional de Estados Unidos” serán evaluadas en el foro.

Pero para analistas veteranos de la relación bilateral de Estados Unidos con Cuba, el discurso fue poco novedoso y descartan que sea augurio de alguna nueva estrategia de agresión.

Wayne Smith, del Centro de Políticas Internacionales (CIP) en Washington y ex encargado de la sección de intereses de Estados Unidos en La Habana, comentó en entrevista con La Jornada que “no hay nada nuevo” en el discurso, y que sólo repitió lo mismo que ha venido diciendo desde 2004. “El discurso obviamente está dedicado a esa pequeña bola de cubanoestadunidenses de línea dura aquí” comentó. Su rechazo de una transición de Fidel a Raúl Castro es absurda, consideró Smith, “a menos de que aún no se ha dado cuenta de que ya ocurrió”. Además, preguntó, “¿y qué va hacer Bush al respecto?”. Agregó que sólo fue una reafirmación de una política inefectiva de Washington.

Preguntado si comparte la preocupación de algunos en América Latina de que el discurso podría ser un preludio a nuevos ataques o misiones de intervención, Smith descartó esa posibilidad. “Estamos tan empantanados en Irak y Afganistán, que aun si quisieran hacerlo, no es posible ahora”. Subrayó que el discurso tenía sobre todo un propósito político electoral doméstico.

Otro observador veterano de la política estadunidense hacia América Latina declaró a La Jornada que “aunque pareciera que el blanco del ataque verbal era La Habana, el mensaje en verdad fue destinado a unos 250 kilómetros más cerca de Washington que eso: Miami”.

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